martes, 27 de mayo de 2008

La enredadera

Juan regaba con pasión cada cosa que hacía.
Sólo vivía para ponerle ganas a todo.
Y como todo aquel que pone ganas es motivador, Juan vivía motivando a los demás.
Fue como un viento inflando velas, impulsando sueños ajenos que florecían al calor de los sueños propios. Cada vez que hablaba, sus palabras inspiraban ideas, acariciaban el espíritu soñador de muchos y los más pragmáticos se enorgullecían de poder tildarle con el mote de "lírico" a aquel soñador que hacía y decía.
Así, soñando y estimulando a los demás, fue que conoció a María.

Ella era como una princesa de cuento. Encerrada en sí misma vio la luz filtrarse por la almena de su torre donde se había recluido de los demás.

Juan se la cruzó una noche que decidió ir a bailar. Miró sus curvas apetecibles y se entregó a la tarea de convencerla de salir de su ostracismo para acompañarlo a volar.
María se dejó llevar por la idea y el amor que Juan supo cultivar en ella.

Fueron a vivir juntos y finalmente se casaron.

Entonces ella comenzó a crecer.
Y en su crecimiento echó raíces dentro de Juan.
El sólo miraba por los ojos de ella y pronto los pensamientos de Juan fueron la savia que corría por sus venas.
Ella le abrazaba y cada vez más él sentía que su corazón rebosaba felicidad.
Asi fueron danzando en el acoplarse uno al otro hasta que El fue la maceta de los impulsos de ella.
Y sus raíces fueron el sustento de ambos.
Juan abrió las ventanas y el aire acarició los cabellos de María, quien lo abrazó con sus zarzas.
Cada vez que llegaba a casa le costaba salir porque aquella mujer era el oxígeno de su respirar. Suavemente María le rodeaba con sus brazos y las hojas de sus palabras tapizaron sus oidos.
Lenta y persistentemente cada ramita de María proporcionaba a Juan el descanso de cada noche, el impulso vital de cada día.
Un día los vecinos ni siquiera notaron la ausencia de Juan.
En su casa ahora había una hermosa enredadera y Juan dormía plácidamente envuelto en ella.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

precioso Jose!!!
como todo lo que escribis....
es un deleite para los sentidos....



beso


Ro

Anónimo dijo...

Gracias José por recordarnos(en esta época tan banal)lo mejor del amor: el ser raíz, oxígeno, descanso de cada noche, impulso...enredadera. Un beso enorme y otra vez, ¡gracias!

Marina dijo...

A veces me cuesta entender su "sensibilidad"...pero cuando lo logro, me da infinito placer...
Besos
Marina