lunes, 5 de mayo de 2008

Charlas con el Abuelo - Resultados

Resultados
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- ¿Y? ¿Para cuándo los resultados?
- Para comenzar, ¡Buen Día!.
- ¡Buen Día!
- Ahora sí.
¿Qué resultados?
- De lo que estás haciendo.
Te veo trabajar desde hace tiempo y todavía no veo nada!.
- ¡Epa! ¡Cuánto apuro tenemos!.
- ¡No! No es apuro. Es que me interesan los resultados, nada más.
- Me parece bien que los resultados te interesen.
Eso siempre nos interesa a todos.
Por ese camino vas bien.
- ¿Y entonces? ¡No me contestaste la pregunta!
- Voy a hacerte una pregunta y tendrás tu respuesta.
- ¿Qué pregunta?
- ¿Cuándo te dan el título?
- Ah, ¡pero eso es diferente! ¡Estoy estudiando!
¿Cómo me van a dar el título si todavía no terminé?
- Yo creí que te lo daban en el primer año.
- Nah, vos sabés muy bien que te lo dan cuando terminás todo lo que hay que estudiar primero.
- ¿Entonces no te lo dan en el momento?
- ¿Ahora tengo la culpa de algo?
- No. Sólo pregunto por tu título.
Vos hace un momento me preguntabas por los resultados de mi trabajo.
Bien, yo pregunto por el resultado del tuyo.
- ¡Pero es diferente!
- ¿En qué es diferente?
- En que yo estudio y sé cuándo me dan el título y bajo qué condiciones.
- Yo también sé las condiciones en las que obtendré el resultado.
- Ah, ¿Sí?.
- Sí.
- Y... ¿Cuándo es eso?
- Esto merece una reflexión.
Sentate y vamos a conversar sobre el tema.
- ¡Uf!, ¿Para qué se me ocurrió preguntar?
- Cuestionar tu deseo de saber es apuntar en la dirección equivocada.
Es tu derecho aprender.
También es tu necesidad hacerlo porque en la sociedad moderna ya no alcanza con el deseo de hacer cosas.
Hay que saber qué hacer, cómo y cuándo hacerlo.
- ¿Toda esta historia por una preguntita?
- Toda esta historia apunta a responder la pregunta.
No quiero que tengas una respuesta simple, como te has acostumbrado.
Hace falta que comprendas otras cosas para que esa respuesta surja sola.
- ¿Ahora soy yo quien tiene que aprender?
- Sí. Porque tu pregunta me permite saber que todavía no has desarrollado tus capacidades de observación.
Si eso hubiese ocurrido, ya habrías anticipado el resultado y la pregunta hubiera sido innecesaria.
- Al final, no me contestaste la pregunta y encima ¡tengo la culpa de algo!
- No, nadie te ha acusado.
Mi comentario aclara el por qué de ésta charla.
Si no te enseñase a deducir, estaría enseñándote sólo lo mínimo imprescindible.
Y eso no te serviría para vivir. Sólo te serviría para hoy, aquí y ahora.
Te han acostumbrado a los programas de preguntas y respuestas.
A que todo es dicotómico.
- Dico...¿qué?
- Dicotómico. Que hay sólo dos alternativas.
Blanco o Negro.
Verdadero o Falso.
Y el mundo... no es así.
¿O vas a decirme que algo está caliente ó frío?
¿Es exclusivamente día ó noche?
- ¡¡No!! ¡Para nada!
- Entonces habrás notado que el día va pasando lentamente hacia la noche.
Que algo caliente se enfría de a poco.
- ¿Y el resultado?
- El resultado surge de un proceso que transcurre paso a paso desde el comienzo.
Una cosecha requiere una siembra.
Para sembrar se necesitan semillas y personas con máquinas para sembrarlas.
También se requiere un campo labrado (aunque hay siembra con labranza cero).
Para labrar un campo también se necesitan máquinas y personas.
Y un campo requiere un capital que lo ha adquirido.
Hablar de cosecha implica como mínimo estas cosas.
Como verás, si un señor está con el dinero en la mano haciendo la compra del campo...
¿Cabe la pregunta? ... ¿Para cuándo la cosecha?
- Mirándolo así, no. Seria estúpido.
- Tanto como estúpido no. Simplemente apresurado.
- Bueno, todo genial pero no hablamos de TUS resultados.
- Mira... ya ves los pinceles, las pinturas, las lijas y la ventana.
Tan pronto como termine de lijar podré pasar sellador para tapar los poros de la madera.
Después que se seque...
- Ya entendí. Antes que preguntar por los resultados hay que mirar el proceso.
La pregunta se responde sola, cuando se entendió lo que hay que hacer y cuánto lleva. ¿Verdad?
- ¡Excelente! Ahora, ya que estamos... ¿me das una mano?.
- Lo que voy aprendiendo es a evitar hacerte preguntas.
- ¿Por qué?
- Porque inevitablemente salgo perdiendo.
- Creo que vas ganando algo valioso, pero que aun no has comprendido cuánto vale.
- Ah, ¿Sí?
- Esa ironía no conduce a ninguna parte.
Finalmente he fallado una vez más.
La torpeza es mía.
Perdona mi falta de humildad, por favor.
- ¿En qué fallaste? ¿Por qué debo perdonarte?
- Si mis lecciones anteriores hubieran sido tan didácticas como he creído, ahora estarías a mi lado en búsqueda de
conocimiento y no en tren de broma.
- Sí que he aprendido!
- Bien, ahora que hemos terminado de pintar me gustaría hacer una reflexión.
- ¿Nunca paras de pensar?
- El dia que me detenga será porque he muerto.
Mira, hemos pintado la ventana en conjunto.
¿Has visto el resultado?
- Sí. De a dos fue más rápido y divertido.
- También eso.
Y viste que el resultado ha sido influenciado por la cantidad de gente que trabaja en pos de él.
- Claro.
- No es tan evidente para la mayoría.
Si alcanzar el resultado depende de la cantidad de personas que trabajan, ¿de qué depende la calidad del resultado?
- De los materiales que se usan, ¡de un montón de factores!
- Que el árbol no te tape el bosque.
La calidad de un todo depende de la calidad de las partes.
- ¡Ah, bueno! ¡Te salió el profesor de adentro!
- Je. Es que ahora hemos respondido tu pregunta de esta mañana.
- ¿Qué pregunta? Hice muchas.
- Aquella relativa al resultado.
- Ah, si.
- Supongo que ya habrás obtenido alguna conclusión entre esta mañana y ahora.
- Sí, claro.
- ¿La compartirías conmigo?
- Aprendí varias cosas:
Que si vengo con una pregunta siempre tengo que dar la respuesta y al final me haces creer que si hubiera pensado
más profundamente no habría preguntado nada.
Por otra parte, que cada vez que pregunto algo hacemos un razonamiento y la conclusión se basa en mi estupidez.
Finalmente si vas a enseñarme así prefiero cambiar de profesor.
- Hago que razones porque te has acostumbrado a que las respuestas impacten tus sentidos.
Has dejado de usar tu cerebro porque es mas cómodo recibir las cosas hechas.
No todas las respuestas llegan como uno las espera.
Hay que obtenerlas. Y preguntando se acerca uno a la solución, pero no es la única forma.
Si pensaras más profundamente alcanzarías la sabiduría.
Porque habrás de saber que la sabiduría no nada en la superficie de las cosas.
Se la encuentra buceando muy dentro de los pensamientos.
Si una de las conclusiones de nuestras charlas es tu estupidez, ofrezco mis disculpas porque no era la intención que
pensaras así.
Para alcanzar una respuesta es necesario esforzarse.
Si todo estuviera al alcance de una pregunta, estarías negando la posibilidad del avance.
Puesto que el avance está centrado en la carencia de respuestas.
Justamente quien obtiene respuestas es aquel que logra pensar en la dirección correcta y trabaja para conseguir
resolver su duda.
- ¡Qué discurso, Abuelo!
- No. No es un discurso. Es un conjunto de afirmaciones.
Finalmente tenemos una respuesta a tu pregunta de esta mañana.
Aunque tu respuesta a mi pregunta no me satisfizo, la acepto.
La respuesta es más compleja que tu pregunta:
"El resultado depende de la cantidad y calidad de factores que intervienen en su producción".
- A eso llamo yo una respuesta.
¿Por qué no me la dijiste de entrada?
- (Mirada irónica) Vamos a tomar mate, que ya es hora.

Charlas con el Abuelo - 11:59 17/03/2007

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