martes, 27 de mayo de 2008

La enredadera

Juan regaba con pasión cada cosa que hacía.
Sólo vivía para ponerle ganas a todo.
Y como todo aquel que pone ganas es motivador, Juan vivía motivando a los demás.
Fue como un viento inflando velas, impulsando sueños ajenos que florecían al calor de los sueños propios. Cada vez que hablaba, sus palabras inspiraban ideas, acariciaban el espíritu soñador de muchos y los más pragmáticos se enorgullecían de poder tildarle con el mote de "lírico" a aquel soñador que hacía y decía.
Así, soñando y estimulando a los demás, fue que conoció a María.

Ella era como una princesa de cuento. Encerrada en sí misma vio la luz filtrarse por la almena de su torre donde se había recluido de los demás.

Juan se la cruzó una noche que decidió ir a bailar. Miró sus curvas apetecibles y se entregó a la tarea de convencerla de salir de su ostracismo para acompañarlo a volar.
María se dejó llevar por la idea y el amor que Juan supo cultivar en ella.

Fueron a vivir juntos y finalmente se casaron.

Entonces ella comenzó a crecer.
Y en su crecimiento echó raíces dentro de Juan.
El sólo miraba por los ojos de ella y pronto los pensamientos de Juan fueron la savia que corría por sus venas.
Ella le abrazaba y cada vez más él sentía que su corazón rebosaba felicidad.
Asi fueron danzando en el acoplarse uno al otro hasta que El fue la maceta de los impulsos de ella.
Y sus raíces fueron el sustento de ambos.
Juan abrió las ventanas y el aire acarició los cabellos de María, quien lo abrazó con sus zarzas.
Cada vez que llegaba a casa le costaba salir porque aquella mujer era el oxígeno de su respirar. Suavemente María le rodeaba con sus brazos y las hojas de sus palabras tapizaron sus oidos.
Lenta y persistentemente cada ramita de María proporcionaba a Juan el descanso de cada noche, el impulso vital de cada día.
Un día los vecinos ni siquiera notaron la ausencia de Juan.
En su casa ahora había una hermosa enredadera y Juan dormía plácidamente envuelto en ella.

domingo, 25 de mayo de 2008

Sobre las supernovas y los agujeros negros

Según las teorías matemáticas, las supernovas son "fuente" de radiación y a partir de ellas recibimos rayos cósmicos, meteoritos, radiación del espectro visible e invisible, etc.
Las supernovas son estrellas que, llegado un cierto punto, colapsan estallando.

En el otro extremo, tenemos a los agujeros negros. Teniendo una atracción gravitatoria exacerbada son una fuente de atracción para todo aquello que caiga en su campo magnético. Según las mismas teorías matemáticas constituyen "sumidero" del universo.

A todo esto, cada vez que un caballero siente que va a explotar, procura un agujero negro.

Es indudable que en el Universo hay cosas que son invariantes.

viernes, 23 de mayo de 2008

Pax e Amore

En cierto pueblo vivía una señora.
Desde que la gente tuviera memoria, esta señora había vivido entre ellos.
Una señora dulce, de mirada serena, gustaba de criar pájaros a los que celosamente protegía de todo infortunio.
Tal era su dedicación que llevaba dondequiera que fuese a dos de ellos en una hermosa jaula que transportaba sobre su cabeza para que no sufriesen daño.
Estos eran sus favoritos y los llamaba Pax e Amore.
Una parejita que trinaba feliz dentro de aquel recinto.
Un día tropezó y la jaula cayó de su cabeza, liberándolos.
La jaula se abrió, ambos quedaron en libertad y la señora, desesperada, los buscó en todas partes.
Aun hoy los habitantes comentan la desgracia:
- Pobre señora! ha perdido a Pax y Amore!
- ¿Cual señora? - Preguntaban los curiosos.
- Esa, a la que se le volaron los pájaros!!
- Aquella que tenía a los pajaritos en la cabeza?
- Sí. Pobre... nunca tuvo otra cosa.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Hoja de Vida - Durante la siesta

Domingo. Día de otoño.
Hacía poco se habían casado y (por fin!) habían podido volver al pueblo a visitar a los padres de Ella.
Ella, una señorita toda modosita que se consumía en llamas cada vez que él la tocaba.
El, un flacucho con cara de nada y barba de militante izquierdoso, que vivía en llamas.
Ella usaba unas faldas brevísimas y tenía la costumbre de agacharse de improviso a levantar algo del piso... sin flexionar las rodillas.
El, que usaba los jeans bastante entallados tenia problemas para ocultar el efecto que le causaba tal conducta de ella.
Supongo que la suegra habrá adivinado lo que pensaba porque cuando por fin pudo despegar la vista de aquella visión celestial, se cruzó con los ojos de "la suegri", quien se sonreía no exenta de cierta picardía.

El almuerzo transcurrió dentro de lo que podía esperarse: Una buena mesa con buena comida y chistes de campo. El suegro, hombre trabajador, había vuelto del campo con lo acostumbrado: leche recién ordeñada, unos huevos, fruta recién cortada y unos chorizos de campo que había elaborado la última vez que facturaron un cerdo.
Se dio por finalizada la comida y todos se prepararon para el segundo acontecimiento más importante después de levantarse: La Siesta.

El se acostó primero, instado por Ella, quien se quedó a lavar los platos junto con "la suegri".
Para cuando fue a la habitación (a oscuras), El ya roncaba.

Se quitó la ropa y, con todo el amor de novia recientemente devenida esposa, decidió no despertarlo y ocupar un lugarcito a su lado.
Apoyó una rodilla en el borde de la cama y, con toda la suavidad que pudo, extendió su otra pierna por encima de él casi montándolo.
Cuando giró para tomar las sábanas (a su espalda) sintió las manos de El, que la tomaba de la cintura, recorriendo su talle.
Le desabrochó el sostén pese a la (fingida) resistencia de Ella.
Esas lunas cayeron como dos gotas de merengue sobre su pecho y el las saboreó con lentitud.
Ella soltó su rodete. El cabello rodó cubriendo la espalda, envolviendo la cabeza de El.
Ella lo abrazó, frotándose contra su boca abierta y húmeda.
Sus rosados botones se erigian en mojones de una tierra sedienta de mimos.
Le abrazaba la cabeza, despeinándolo, tallando cada parte de ella, guiándolo donde arreciara su deseo.

Las manos de El recorrían la blanca espalda de Ella cual invidente reconociendo a una escultura tibia y palpitante.

Subía y bajaba sus dedos al recorrer la espalda. A veces acariciaba cerca del centro casi en la columna, provocando que ella se enderezara y suspirara, deleitándose.
Se detenía en la cintura, perfilando las suaves protuberancias de sus caderas, ansiosas de su presencia.
Ella, sintiendo frío, tomó la camisa de El y se la puso para cubrirse.
Aprovechando que ella tenía los brazos en alto, El la puso de espaldas y se encaramó.
Ella separó las rodillas para cobijarlo.
El aliento entremezclado de ambos se enredaba con sus lenguas, que jugaban una persiguiendo a la otra.

Ella sentía un segundo corazón de El latiendo allá abajo, apenas contenido por la única prenda que El vestía.

Subió sus piernas hasta que sus pies llegaron a la altura de la cintura de El y, con los dedos enganchó la prenda interpuesta para bajársela hasta donde pudiera.
El sintió la libertad y rozó las piernas de Ella con aquello que ambos esperaban envolver en esa funda que se ofrecía apenas cubierta por una minúscula prenda.
Bajó una mano y la deslizó debajo de ese paño ya humedecido.
Ella se arqueaba debajo de El y, rodeándole el talle con sus brazos, se agarró de los hombros para poder apoyarse en los talones y frotarse contra el objeto de su deseo.
El buscó entre los pliegues hasta que encontró la cereza y hundió su dedo medio arrancándole un gemido contenido. Ella se contorsionaba como en un estertor de muerte. El iba y venía dentro de la seda que acariciaba su dedo.

La respiración de Ella se volvió irregular y entrecortada.

El retiró lenta y suavemente el explorador y acarició la cereza con la dedicación de quien pule un espejo.
Ella apretaba sus párpados como si sus ojos se hubieran retraído para mirar por dentro. El cerró los suyos para dejarse invadir por el exquisito aroma emanando de aquella mujer embriagadora.
Ella lo besaba mientras se frotaba con todo el cuerpo, incitándolo.
Finalmente El removió el último obstáculo que los separaba.

Ella abrió las puertas de su nido para hospedarlo.

El segundo corazón recorrió las inmediaciones del estrecho habitáculo que le esperaba humedo y tibio, palpitante.
Ella suspiraba y al final de cada exhalación dejaba escapar un tenue gemido reclamando el remedio para su ansioso estado.
El apoyó su redondeada y firme anatomía sobre la cereza y la frotó como brindando por lo que harían. Ella estaba inconteniblemente trémula. Su boca era un volcán donde habitaba una serpiente que buscaba la que se escondía en la boca de El.
En ese momento El decidió concederse el gusto de deslizar en el interior de aquel recinto tan cálido y contenedor.
Ella elevó sus caderas para apresurar la reunión de sus llanuras pélvicas.
El, apoyándose en sus rodillas, hizo fuerza para frotarse contra Ella.
Ella a su vez hamacaba sus nalgas hacia los lados trazando un óvalo en torno al palpitante eje que la conmovía.
El, cada vez más, presentía que el desborde era inminente y sabía que si Ella no llegaba a la cima antes que El, luego el esfuerzo no alcanzaría para remontar lo que dejara inconcluso.
Asi que decidió reducir sus impetuosos movimientos hasta que Ella latiera y le hiciera sentir que lo había logrado.
Ella apretó sus piernas y lo abrazó casi inmovilizándolo.
El se convenció que había llegado su momento y con unos pocos y vigorosos movimientos estalló muy profundamente dentro de Ella, con una fuerza tal que unía satisfacción con agotamiento.

Estaba justo en medio de esa tan especial y rígida posición, cuando la claridad invadió el ambiente mientras escuchaba a sus espaldas la alegre voz de "la suegri":

- Chicos...! Vienen a tomar mate?

Desde ese día, "la suegri" no volvió a entrar a la pieza sin anunciarse.

lunes, 19 de mayo de 2008

Hoja de Vida - La cucharita

Viaje de larga distancia. En colectivo.
El, del lado de la ventanilla. Ella, del lado del pasillo.
- (Ella, en voz baja) Dejá de tocar!
- (El, también en voz baja) Pero me gusta....!

Debido a que habían encendido el aire acondicionado, El sacó un par de abrigos del bolso.
La conversación se desarrolló siempre en voz baja o digamos que casi un susurro, como en el cine.
Hacía poco habían cenado.

- Qué hacés?
- Por si tenés frío.
- Si no te viera los ojos te creería.
- (risitas)
- Che! que se van a dar cuenta!
- Dejá de cacarear que los vas a avivar vos.
- Vas a terminar calentándome.
- Y qué?
- Que no podemos hacer nada.
- Quién te dijo?

Al rato ya casi todo el mundo se había entregado a los brazos de Morfeo.

- Dejá de insistir, te dije que no podemos!
- Prestame la mano. Dale.
- Pero qué HDP! Cómo podés estar así? A ver...
- Uffffff!!!! Así, así, nena.... ay, guarda con los dientes.... Noooo... no pares... Qué hacés?
- Vos calentaste el agua y mojaste la yerba. Poné la bombilla.

Así que muy despacito, cuidando de no hacer ruido (bastante difícil a estas alturas), él le dio lo que tanto quería. Había que entrar con suavidad y contener la respiración, lo que dada la situación era bastante difícil. Evitar que se despertaran los demás pasajeros era una "misión imposible".
El sintió las redondas curvas de ella bajo los abrigos y sus instintos promovieron la invasión de sus carnes. Exploró con la dedicación que un alpinista busca una grieta donde afirmar sus grampas. Ella curvó su espalda y le acercó esas nalgas que tan buena forma tenían. El experimentó urgencia y la rigidez de su mástil reclamó lo suyo. Afirmó una mano en un hombro de ella y con la otra guió su acercamiento a la entrada. Ella presionó sus redondeces, instándolo a entrar.
El sintió el tibio calor de su cuerpo y jugó en la puerta hasta humedecerse aun más.
Ella casi temblaba y cada roce le provocaba un estremecimiento cada vez mayor.
Finalmente, presionó con suavidad y, deslizándose dentro de ella, se acurrucó sobre esa espalda temblorosa.
Con la mano que había puesto en el hombro decidió abrazarla.
Y su mano libre, tanteó hasta afirmarse en la cadera de ella.
Jugó con sus propias caderas lentamente para poder darle un tierno empujoncito al llegar a fondo.
Ella temblaba y sus nalgas acompañaban cada golpecito, produciendo un movimiento cada vez más rítmico. El se movía acompasadamente hasta que ella apretó fuertemente sus piernas, se puso muy rígida y le abrazó a ese brazo que cruzaba por el pecho. El se quedó quietito y la abrazó hasta que ella se aflojó.
Le dio unos pocos movimientos, esta vez más firmes, decididos y profundos hasta sentir que una erupción desbordaba dentro de ella. Se unió a esas nalgas todo lo que le fue posible y dejó que las contracciones llevaran su explosión al interior de ella quien, receptiva, aceptó la carga que sintió llegar tan dentro suyo.
Estuvieron así por bastante tiempo, abrazados, hasta que sintieron la necesidad de vestirse.
Ella tomó una servilleta de papel, la dobló y se la puso "ahí". Finalmente subió su pantalón y acomodó su cinto para poder caminar hasta el baño.
El guardó todo en su slip y, cuando se subía los pantalones, escuchó a una señora mayor que le decía desde el asiento de atrás:
- Oiga! Cuándo van a quedarse quietos?

lunes, 5 de mayo de 2008

Hoja de Vida - Tenias que ser Tú

Creía haber navegado lo necesario.
Haber visto lo suficiente.
Pensé que había recalado en mi último puerto
hasta que naufragué‚ en el mar de tus ojos.
Se nubló mi cielo y un océano de fuego barrió la cubierta de mi barco.
No hubo ya aire que inflara mis velas y mi aliento corrió tras de ti.
En mi rompecabezas había ubicado casi todas las piezas
pero tenías que ser la que faltaba.
Toda un nuevo continente... para descubrir.
Toda un nuevo desafío por afrontar.
Toda un universo por desvelar.
Todo mi aliento lo tienes en tus labios temblorosos,
Y mi calma en tus manos de seda.
Apenas si sabes la tortura que significa
Imaginarte en brazos de otro.
Anticipo el inmenso vacío
que dejarás al seguir tu camino.
No sé cómo mitigar el dolor que me produce
El saber que no seré el pastor de tu rebaño,
Ni el anciano que admire tu cabello encanecido,
Ni el timonel de tus sueños,
Ni el galante caballero
que porte tu pañuelo en la contienda.
Desconozco la frontera de mi angustia
Por saberte inalcanzable, etérea ... imposible.
Y más aun por mis pasos
Que me llevan al frío sepulcro de tu olvido.

Escrito en 1999 para G.L.F.C.

Fábula sin moraleja - Yaguá Pirú, el Perro Flaco.

Había una vez un perro joven al que se le subieron unas garrapatas mientras estaba dormido.
Pasó algún tiempo de sufrir malestares y perder peso sin conseguir explicarse qué dieta seguir para no debilitarse más.
Un día, cuando despertó, tuvo la idea de mirarse reflejado en un charco y notó lo muy desmejorado que estaba respecto de la lozana juventud que disfrutaban otros perros aparentemente más afortunados.
En esa imagen vio entremezcladas entre su rala pelambre a unos obesos seres que caminaban tranquilamente por su cabeza, dirigiéndose al cuello.
-Hey! les ladró. Salgan de ahí inmediatamente!
-Estamos muy cómodas aquí. Tenemos todo lo que necesitamos: casa y comida
-Y qué hacen en todo el día?
-Mmm... tomamos sol, paseamos mucho porque es bueno para la salud... en fin, hacemos cosas que son saludables.
-Ah, sí? Yo consigo mi comida caminando todo el día, revolviendo aquí y allá.
Y ustedes me dicen que viven cómodamente sobre mis hombros mientras no las veo hacer nada para conseguir comida. De qué viven?
-Bueno, bueno, no es para tomárselo así! Hemos hecho un gran esfuerzo para conseguir la fuente de alimento para nosotros y nuestra familia.
-Cuál es esa fuente de alimento? Quizá podríamos compartirla y entonces no me molestaría cargarlas sobre mis espaldas.
-Quisiéramos compartirla contigo pero no alcanzaría para todos.
-Pero veo que se encuentran más saludables que yo! No harían eso por mí, que cargo con ustedes y sus familias a todas partes?
-Lamentablemente no podemos cambiar nuestra forma de vida.
-Qué clase de seres son que, siendo capaces de vivir conmigo, no sienten compasión por mi hambre y mi estado de debilidad?
-Tú deberías tener compasión de nosotros, que necesitamos vivir sobre tus espaldas ya que no tenemos tu capacidad de buscar comida incansablemente, que te levantas temprano todos los días para dedicarte a esa tarea, que lo haces con cualquier tiempo y estación del año. Si no viviéramos contigo moriríamos de hambre!
-Ajá! Entonces viven de mí!
-No lo diría así! Nosotros le llamamos punción intrayugular, que es el término que mejor describe nuestro modus vivendi.
-No entiendo nada. Dijo el perro esta vez indignado por la sospecha que comenzaba a tomar forma en su ignorante cerebro.
-Ejem -dijo la garrapata, como aclarándose la garganta- Lo que hacemos es cambiar la dirección del flujo del líquido sanguíneo hacia nuestro aparato digestivo. Está más claro?.
-No, dijo el perro confundido por las palabras que aun resonaban en sus oidos.
-Lo he puesto en los términos más simples que puedo! Dijo la garrapata como queriendo poner fin a la discusión.
-No me queda claro, así que bájense de mis espaldas!.
-Quisiera complacerte, pero no creo que mis compañeros y yo querramos bajarnos.
-No las he invitado a quedarse.
-Y si no salimos, qué nos harás?
-Les ladraré con toda mi fuerza, me rascaré y me rascaré hasta que hayan salido todas.
-Uy! No te pongas tan bravo! Me concedes un momento para conversar con mis compañeros?
-Claro! - Dijo el perro pensando que esta vez les había infundido temor.

Las garrapatas deliberaron un tiempo y luego de algunas acaloradas discusiones, regresó el negociador:
-Hola, perro. Estamos dispuestos a ofrecerte un trato.
-Ajá, escucho.
-Como tenemos derechos adquiridos por nuestra larga permanencia en este lugar, no podemos retirarnos pero podemos ofrecerte una reducción de población así tu carga será menor y los que permanezcamos tendremos un aumento en superficie y alimentos disponibles. Todos ganamos. Qué te parece?
-Mmmm. Cómo harán la reducción de población?
-Veo que nuestro plan te agrada. Iremos dejando de reproducirnos gradualmente hasta quedar sólo un reemplazante por cada uno de los originales. O sea que la baja definitiva se producirá a medida que vayamos muriendo. Te parece bien?
-Suena lógico y comprensible. Soy sensible y creo que nadie debe morir de hambre.
Los dejaré vivir con esa condición, pero si me engañan usaré todas las herramientas que pueda conseguir para quitármelas de encima y matarlas a todas.
-No, por favor! Somos garrapatas de palabra! Un trato es un trato y lo respetaremos.

Y así quedó el trato establecido con el cándido perro.

Hubo una asamblea de las garrapatas y surgió la pregunta casi obligada:
-Qué haremos cuando el perro se dé cuenta que lo has engañado?
-No se dará cuenta.
-Pero él sentirá que nuestra población crece en vez de reducirse. Le mentiste muy fuerte!
-No nos interesa. El perro se quejará y le diremos que estamos cumpliendo nuestro acuerdo: Un reemplazo por cada uno que esté vivo. O sea que nos reduciremos cuando hayamos muerto previo dejar un sucesor que dejará a su otro sucesor...
Lo que no acordamos fue en qué tiempo deberíamos reproducirnos.
-Y cuando quiera usar las herramientas?
-Tú crees que un perro desnutrido, ignorante y bruto es capaz de descubrir las herramientas apropiadas para sacarnos de aquí?
-Entonces este perro morirá sin remedio si no nos reducimos?
-Si, pero para ese entonces habremos localizado a otro perro saludable y nos mudaremos a él.

Cualquier parecido con los políticos no es pura casualidad.

Fábula sin moraleja - La Sabana

Hubo un tiempo en que las cebras, los Ñus, gacelas, ciervos y demás animales salvajes vivieron en una gran pradera con un borde de abundantes árboles cuya sombra disfrutaron todos.

Un día se acercó por ese vergel un gran felino que comenzó a comerse a quien pasara por su vista.

Las cebras percibieron un gran peligro sobre los mansos comedores de pasto y llamaron a una reunión.
Todos menos el felino, claro, fueron a la asamblea.
De entre los oradores sobresalieron unos pequeños individuos que reían y sonreían a todos hablando con voz chillona y penetrante.
Hubo acaloradas discusiones acerca de los peligros llegados a su pacífica comarca y las medidas que habrían de tomar.
Muchos hablaron de emigrar a otras praderas menos amenazantes mientras algunos pocos hablaron de enfrentar al depredador.
Finalmente los risueños oradores convencieron a los demás sobre conversar con el felino para imponerle un cambio en su dieta.

Como ninguno de los temerosos rumiantes quiso arriesgarse a estar en presencia del gran masticador, los risueños se ofrecieron amablemente a representar al resto y hablar frente a frente con él.
La moción fue aceptada y todos votaron a favor de concederles la representación de toda la comunidad.

Se presentaron frente al depredador que se encontraba adormilado luego de un opíparo almuerzo.

- Ejem - tosió nerviosamente uno de los risueños - queremos charlar con Usted.
- Grrr... ¿Qué? - Inquirió el felino - ¿Quiénes son ustedes y qué quieren?.
- Disculpe mi falta de educación, mi nombre es Hugo Hiena y estoy a su servicio.
- ¿A mi servicio? ¿Interrumpes mi descanso para decirme esa tontería?
- Bueno, también debo decirle que temporalmente estoy al servicio de los animales de la sabana.
- Ajá, ¿y a mí qué me importa eso?.
- Que usted y nosotros podemos hacer un trato que resultará en beneficios para todos.
- ¿En serio? ¿Crees que he vivido estos años porque he necesitado ayuda?
- Si me concede un poco de su tiempo se lo explicaré.
- Tienes el tiempo que resta hasta que caiga el sol. Después de ese momento, serás mi cena.
- Seré breve.
Resulta que los animales han notado su presencia en esta zona y están muy preocupados porque su dieta incluye a alguno de ellos.
Muchos piensan en quedarse y seguir su vida siendo indiferentes a usted y su modo de vida, contentos de seguir pastando mientras que unos cuantos ya hacen planes para migrar a otras praderas y hay un importante grupo que desea hacerle frente y abonar la tierra con sus huesos. Por ejemplo, me enviaron para pedirle a usted que cambie su dieta y deje de comer animales.
- No puedo cambiar mi naturaleza. Te queda poco tiempo y está comenzando a darme hambre.
- En realidad eso es lo que ellos proponen, pero mi servicio puede serle vital.
- Mmm ejemmm... y ¿cuál es el servicio de tu ayuda?
- Que mi gente y yo podemos evitar que ellos le ataquen. Usted elije al animal que le gusta más y nosotros lo dejaremos aislado y desprotegido como para que usted pueda tener una buena caza y sin mucho esfuerzo.
- Suena tentador. ¿Qué quieres a cambio?
- Que nos dejes los jamones. Es nuestro plato favorito.
- ¿Y por qué ustedes mismos no cazan?
- Porque ellos son más veloces que nosotros y además mucho más fuertes. No tendríamos oportunidad excepto que alguien consiguiera aislar alguno para nosotros.
Al final nos echarían de la sabana y también seríamos una presa. Estamos de su lado. Si acepta nuestro trato ambos ganaremos: Usted tendrá comida fácil y nosotros conseguiremos lo que queremos sin correr demasiado riesgo. ¿Qué le parece?.
- Dame los detalles.
- Veo que usted es un felino muy inteligente y veloz. Permítame sugerir un plan de acción:
Iremos a ver a los animales y les diremos que usted ha aceptado el trato.
Usted no se dejará ver en todo el día y cazará al anochecer, que es la hora en que los animales no ven muy bien.
Para dejar algun animal aislado, haremos una reunión a esas horas y todas las miradas estarán sobre nosotros, que contaremos nuestros planes sobre seguridad, alimentación, previsiones y otros temas de interés comunitario.
En ese momento usted cazará a los que estén separados del resto, que serán los animales más activos que dejamos para vigilancia.
- ¿Crees que los animales sospecharán algo?
- No. Ellos solo se preocupan por lo que ven. Si no lo ven cazar, entonces no se preocuparán.
- ¿Acaso piensas que son tan tontos de no percibir que falta alguno de ellos?
- No. Nunca pensarán que el acuerdo sería violado. Ellos creerán que el animal se extravió solo o que se encuentra pasándola bien en otra parte.
- ¿Cómo tomarás tu parte?
- Usted dejará en una caverna, fuera de la vista de los demás, mi parte y yo la repartiré con mi gente.

Y así fue acordado.

Durante las reuniones la hiena elegía a quien menos le simpatizaba y lo convencía para que hiciera una tarea para los demás.
Así quedaba aislado y sintiéndose importante. El felino lo cazaba con la tranquilidad de quien corta una flor.

Los animales sentían sospecha por la conducta de las hienas, a quienes no se les veía comer, pastar o hacer esfuerzos para conseguir sustento y sin embargo gozaban de una salud inmejorable.
El felino cumplía su parte del trato y obtenía comida fácil.
Un día, una de las cebras notó que las hienas siempre tenían manchado de sangre el hocico y parte del pelaje.
Preguntó a la hiena jefe:

- Por qué ustedes siempre tienen manchado de sangre el hocico y su pelaje?
- Porque nosotros luchamos con el felino durante todo el día para mantenerlo lejos de esta zona.
- ¿No era que había cambiado su dieta?
- Je, nosotros hemos estado con él y sabemos bien qué clase de animal es. No cambiaría su dieta por nada del mundo.
- Entonces, ¿Por qué no lo vemos por aquí?
- Por lo que te dijie. Luchamos con él para mantenerlo a raya.
- ¿Todos ustedes?
- Claro! Se necesitan muchos animales para luchar contra ese felino. Cuantos más, mejor.
- ¿Puedo sumarme?
- Mmmm estamos muy organizados ya. No sé, tendrías que entrenarte mucho para formar parte del grupo.
- Haré todo lo necesario para formar parte de esta fuerza bienhechora.
- Si lo quieres así... Entonces comienzas mañana.

Entrenaron a la cebra en carrera y vigilancia, pero siempre haciendo que la cebra corriese más lento de lo que las hienas son capaces.
Un día tuvieron que aceptar que fuese con ellos a ver al felino.
En cuanto llegaron, el felino los miró asombrado: Jamás pensó que le llevarían el almuerzo hasta su morada.

- Hola, Jefe. Le presento a Brenda.

Todos almorzaron.

A su regreso le preguntaron por la cebra que los acompañó.
- Lamentamos su pérdida. Luchó muy bravamente. Fue la más valiente que hayamos visto. Jamás la olvidaremos.

Los demás animales la lloraron y muchos quisieron unirse, pero aceptaron sólo a uno por vez.

Un día un Ñu logró escapar previo dar unas buenas coces a hienas y al felino.

Este llevó la noticia a los demás.
Por supuesto que tuvieron que desbandarse.
El felino y socios perdieron su alimento fácil.
El felino gruñó y gritó a los cuatro vientos que en cuanto viese a Hugo Hiena lo comería en el desayuno.
El felino de esta historia comentó con sus amigos para que le ayudasen en esa tarea, y desde ese entonces ni los animales ni los felinos confían en las hienas.

¿Y las hienas?
Decidieron que el sistema era bueno y aprovecharon cada descuido felino para almorzarse al que les diera lugar.

Cualquier parecido con los sindicalistas no es pura casualidad.

Charlas con el Abuelo - Puntos de Vista

Puntos de vista
- Abuelo, ¿qué diferencia a un emprendedor de un empleado?
- Esa es una buena pregunta.
- ¿Has visto alguna vez algo que te pareciera que debe ser corregido?
- ¡Sí, muchas veces!
- ¿Y qué hiciste?
- Nada, es cosa de la persona que está a cargo.
- ¿Ves? Esa es la conducta de un subordinado. Los empleados son subordinados.
- No entendí. Si uno ve que algo está mal y lo deja al cuidado de su encargado, ¿la culpa es de uno?
- Si. Cuando se está presenciando algo, se es partícipe.
Se puede ser un actor o un observador.
Pero lo que no puede uno es ser indiferente.
Dejarlo librado al arbitrio de "quien está a cargo" es asumir el rol pasivo y restarle importancia a lo que se observa.
Si es importante, se debe actuar.
Por lo tanto haber visto algo incorrecto y quede sin corregir es nuestra falla.
- ¿Soy responsable de cada cosa incorrecta que vea?.
- No. Somos responsables cuando algo está a nuestro cargo.
Pero el observador tiene el deber de informar a quien corresponda sobre lo que le parece incorrecto.
- Bueno, muy linda la disquisición filosófica sobre el deber ser, pero no me respondiste la primer pregunta.
- Je... no has visto que todo esto está directamente relacionado con la pregunta.
- ¿De qué forma?
- El individuo que asume un rol activo ante lo que considera incorrecto asume un compromiso.
- ¿Y el que asume el rol pasivo?
- El rol pasivo y la subordinación van juntos.
Los individuos pasivos prefieren ser subordinados y no comprometerse.
- ¡Pero el que asuma un rol activo se compra un problema!
- La vida en sí misma es ya un problema.
- Sí, pero me refiero a que ya tenía problemas y sumó otro.
- El emprendedor asume el rol activo, busca soluciones a los problemas y tiene su recompensa.
- ¿Hay recompensa? ¿Por qué no lo dijiste antes?.
- Ja!!. No es lo que estás pensando, pero es una recompensa.
Muchas veces verás que los emprendedores gozan del prestigio, otras veces de bienestar económico y,la mayoría de
las veces, de la satisfacción interior.
- ¿O sea que los emprendedores son personas que viven satisfechas?
- Decir semejante cosa significa generalizar lo que no es posible garantizar...
Imagínate que los emprendedores hacen cosas para corregir lo que creen incorrecto.
No siempre podrán corregir esas cosas.
El emprendedor ve soluciones donde los demás sólo ven problemas.
- Si ser emprendedor parece mejor que ser subordinado, ¿por qué hay tantos subordinados?.
- Probablemente porque ser subordinado cuesta menos esfuerzo que ser emprendedor.
- ¡Entonces es como te dije! ¡Se hacen cargo de los problemas!
- Siempre hay que optar.
Hacerse cargo también implica un reconocimiento si no se es el responsable.
A veces se obtiene un reconocimiento y a veces no.
Pero eso no debe cambiar tu actitud.
- Pero es más fácil ser subordinado.
No hay que hacerse cargo de nada y los demás resuelven los problemas.
Encima disfrutas los beneficios sin costo!
- Recuerda que no hay almuerzo gratis.
Todo tiene un costo.
Sin costo no hay resultado.
Y muchas veces el costo no es fácil de ver ni de pagar.
- ¿Qué significa eso?
- Que cuando abandonas tu poder de decisión y dejas que los demás resuelvan los problemas, éstos lo harán a su
conveniencia.
- Ah, entonces ¡¡es mejor ser emprendedor!!
- No es tan fácil como eso. Los emprendedores pueden fracasar y ése será su mayor costo entre otros.
Los subordinados simplemente dejan hacer al que hace, y procuran disfrutar de lo obtenido sin, en apariencia, haber
pagado el costo de haber producido el resultado. Ahora bien, cuando el que hace puede determinar adónde irán a parar
los beneficios, es probable que los encamine hacia su propio terreno.
- Ah, ¡¡se aprovechan de la situación!!
- Y como subordinado ¿no intentabas hacer lo mismo?.
- Bueno, me beneficiaría del resultado pero me limitaría a disfrutar lo que me tocara.
- Ese es tu beneficio.
Si el emprendedor no obtuviera beneficio estaría siendo altruista.
Y ya habrás comprendido que tampoco tú pensabas ser altruista.
- ¡Ahora no me pongas en el lugar del culpable!
- No, me limito a mostrarte las similitudes de conductas frente a un mismo hecho.

Charlas con el Abuelo - Dirigentes

- Abuelo, ¿qué es una crisis?
- Crisis es una palabra que proviene del griego y quiere decir decisión;
Supongo que estás refiriéndote a la crisis que tienen los dirigentes.
Esa crisis tiene causa última en la fuga de los capitales de los inversores.
- Entonces, qué es un dirigente?
- Buena pregunta...
Un dirigente es como si una persona fuera designada para cuidar del acelerador de un colectivo y les impusiera a
todos los pasajeros un destino común.
Si hace su trabajo como debe, llevará a todos por igual y disfrutarán de un viaje agradable y sin sobresaltos.
- ¿Y qué son los inversores, Abuelo?
- Son unos señores que ponen dinero en una caja y esperando un cierto tiempo, recuperan de ese mismo lugar más
cantidad de la que pusieron y a esa operación se la llama "obtener renta".
- ¿Entonces sólo tienen que esperar para ganar?
- Así es.
- Me gustaría hacer lo mismo, Abuelo!.
- Hay que tener paciencia y disposición a correr riesgos.
- Entonces habría que acelerar el tiempo para ganar más!!
- Uy... ¡cuanta ansiedad! Verdaderamente los inversores son extremadamente ansiosos.
- El tiempo no puede acelerarse, Abu.
- Es verdad, pero las inversiones pueden estar vinculadas con la velocidad de otra cosa.
- ¿Cómo es eso, Abuelo?
- Para ilustrar qué pasaría, pensemos en unos inversores inescrupulosos.
"Jefe, acelere más! Y el autobús acelera."
- Pero... ¿ Por qué acelerar el autobús ?
- Acelerar el autobús significa acelerar la economía. No necesariamente toda la economía.
En nuestro ejemplo la aceleraremos toda pero debe tenerse en cuenta que no es necesario hacerlo en la vida real.
- No entiendo, ¿Para qué acelerar?
- Si aceleramos la economía, los bienes circularán más rápido y los vendedores venderán más cada dia que pasa. Los
fabricantes fabricarán más y convertirán mercadería en dinero con rapidez creciente. Una vez que éstos hayan juntado
suficiente dinero, devolverán a los inversores que les prestaron inicialmente.
- Entonces ¿no es malo acelerar?
- Depende de cuánto tiempo se acelere y con qué rapidez.
- ¿Durante cuanto tiempo podrá acelerar?
- Hasta que alcance el límite dado por sus recursos.
- ¿Qué pasará en ese momento?
- Bueno, la velocidad crecerá hasta estacionarse en un valor.
Si se la mantiene por mucho tiempo, el esfuerzo impuesto a los componentes hará que éstos se fatiguen y comiencen
a responder de forma diferente a lo previsto.
Si en este momento se insiste el motor se romperá o, como se dice vulgarmente, se "fundirá".
- ¿ Y explota como en las películas ?.
- No. Pero habrá humo en alguna parte.
- ¡Pero si esto pasara es porque el dirigente aceleró sabiendo qué pasaría!.
- En unos pocos casos, el dirigente es hábilmente convencido de acelerar para llegar a algún destino en particular.
- ¡Pero si el dirigente es sensato no podría dejarse convencer!.
- Eres inteligente, pero subestimas la picardía de esas personas.
Pueden convencerte diciéndote que un pasajero requiere llegar a la próxima localidad por cierta emergencia que sea
comprensible y humanitario de atender.
- ¿Me dices que hay gente que engaña al dirigente?
- Si el dirigente es honesto, que los hubo, los hay y los habrá, sólo por medio de un astuto engaño lo convencerás de
desviarse del camino correcto o de cambiar la velocidad preconvenida.
- ¿Y si no lo es?.
- Je, no te olvidas de los detalles, ¿no?. Si el dirigente no fuera honesto entonces los inversores le darán algún
presente al bajarse del autobús o antes de subir.
- ¿Por qué en esos momentos?
- Podría hacerse durante el viaje pero los pasajeros se darían cuenta.
- Yo se lo daría al final del viaje.
- No confías, ¿Verdad?.
- Si es capaz de perjudicar a los pasajeros bien puede hacer algo que me perjudique, a menos que el dirigente sea mi
amigo.
- Recuerda que siempre que se hable de dinero, es muy difícil que sigan siendo amigos.
- Abuelo, ¿Por qué dinero y amigos no deben mezclarse?
- Ah no, esa es otra pregunta.
Nota: Colectivo = Autobús
(registrado el 15/09/2004)

Charlas con el Abuelo - Pirámides

Las pirámides
- A ver, ¿Por qué ese enojo?
- Mi padre es un tonto.
- No te creo.
- Sí.
- ¿Por qué crees que es un tonto?
- Porque me dijo que no sé nada.
- Me temo que tu afirmación carece de fundamentos objetivos...
- ¿Qué dijisteee?
- No creo que tengas un buen motivo para que digas lo que dices.
No he educado a tu padre como a un tonto y no me parece que lo sea.
Probablemente tu malhumor se deba a que te ha "ofendido" tocando a tu orgullo.
- Me dijo que no sé nada.
- Nada respecto a qué?
- A que mi primer trabajo debe ser de personal de limpieza.
- ¿Sólo por eso?
- ¿Te parece poco? Sé inglés, tengo mi título secundario, tengo iniciativa...
- Creo que tienes inexperiencia en la vida y en el campo del trabajo.
- ¡Claro! Si nunca trabajé, ¿Cómo iba a tener experiencia?
- Entonces no sabes nada.
- Ah! ¿Vos también?
- No. Sólo que creo que me acabas de decir que no tienes experiencia laboral.
- Es verdad. Pero tengo preparación.
- Hasta la pirámide más grande comenzó desde abajo.
Así le dije a tu padre cuando comenzó a trabajar.
- Eso mismo me dijo esta mañana.
- Quiere decir que no es un tonto.
Tiene memoria y mis consejos no cayeron en saco roto.
- Sí, pero me dijo que no sé nada. Y no es verdad.
- Esa afirmación no se refería a todo tu conocimiento.
Era sólo respecto al campo laboral.
- ¿Y debo comenzar desde tan abajo?
- Con toda certeza.
- ¿Por qué desde tan abajo?
- Porque deberás conocer todos los puestos de trabajo.
Así, cuando subas, sabrás lo que piensa, hace y sufre el de abajo.
Además, deberás hacerlo con cierta lentitud para que aprendas cómo se hace cada cosa.
El día que estés arriba podrás saber con justicia qué se puede pedir a quien está debajo tuyo.
- Ya veo que me espera una carrera larga y lenta.
- Larga y lenta... mmmmhhh... no sé. Quiza lenta, no siempre larga.
- ¿Por qué no larga?
- Porque las oportunidades aparecen en el camino.
Uno debe estar preparado para ellas.
Además uno debe tener los contactos apropiados para aprovecharlas.
- Lo de la preparación para aprovechar las oportunidades me parece bien, pero ¿para qué los contactos?.
- Cada piedra de la pirámide llegó allí con ayuda de alguien.
Si no eres la piedra que formará la pirámide, serás quien la lleve hasta ahí.
Siempre tenemos un rol.
- ¡Pero si soy una piedra me quedaré allí hasta el fin de los tiempos!
- No. Para nada.
En la administración las "piedras" se van moviendo según su desempeño, los contactos, las oportunidades y su
preparación.
Se les puede llamar "piedras" porque permanecen en su lugar más tiempo que el resto.
La movilidad de los que transportan las piedras hasta donde están es lo que distingue al resto.
- Entonces ¿tengo que transformarme en una piedra para tener un trabajo mucho tiempo?.
- Sí y No.
Las piedras duran en una organización tanto como la vida de la organización misma.
Si la organización es pequeña posiblemente no habrá piedras.
Habrá ladrillos.
- ¡¡Ah, bueno!! ¡Ahora hay ladrillos! Y ahora ¿qué pasa con los ladrillos?.
- Los ladrillos son materiales constructivos de menor calidad que las piedras.
Por eso resisten menos.
Por eso se recambian más.
Duran más que los trabajadores normales, pero menos que las piedras.
- Abuelo, al principio creí que entendía lo de las piedras pero no entiendo lo de los ladrillos.
Esto está muy complicado.
No sé qué voy a hacer.
Yo buscaba empleo y me hablas de organización, piedras, contactos, oportunidades, preparación, ladrillos.
Ya me confundí.
- Bueno, bueno.
Vamos a aclarar las cosas con tranquilidad.
Existen empresas.
También existen organizaciones.
Las organizaciones son la forma en que trabaja la empresa.
Pero en una empresa puede haber más de una organización si la empresa es compleja.
- ¿Qué es una empresa compleja?
- Es una empresa grande, formada por muchas partes.
Tiene muchas divisiones de trabajo.
- ¿Divisiones de trabajo?
- Es la forma en que la empresa resuelve los problemas para los que fue creada.
Una empresa sencilla resuelve un tipo de problemas.
Una empresa compleja resuelve un conjunto de problemas.
- Ajá.
¿y cómo se relaciona el empleo con eso que dijiste?
- En toda división de trabajo se requieren trabajadores.
A veces toda la división está automatizada y la cantidad de trabajadores es mínima.
Otras veces toda la división es manual y para cada tarea hay un trabajador.
- Trabajador y empleado ¿es lo mismo?.
- No. Había olvidado decirte que el empleado es quien recibe paga.
El trabajador no siempre.
- ¿Hay gente que trabaja gratis?
- Je. Sí y no.
Trabajador se usa para definir a alguien que hace un trabajo.
Un trabajador puede ser un hombre o una máquina.
Puede cobrar salario o no.
Entonces al definir "trabajador" sólo mencionamos que debe hacerse una tarea.
Eso independientemente que reciba salario.
- Yo prefiero el empleo al trabajo.
Al menos te pagan.
- ¡Ja!. Sí, en el empleo te pagan.
Bien, regresando a nuestro ladrillo y las piedras, te diré que hay diferencias no demasiado grandes.
Por eso la gente no distingue bien entre unos y otros.
- Ah, ¡no era mi impresión exclusiva!
- No, ¡Qué va!.
Los ladrillos se usan para construir cosas no muy durables.
Las piedras forman parte de algo más grande o al menos más durable.
Siempre hablamos del tiempo que durará la organización.
- ¡Uf! ¡Qué complicado!
- Las empresas se forman para resolver un problema.
Si los problemas no fueran complicados de resolver o fueran sencillos no habría una empresa.
- ¿Y entonces?
Las empresas son complicadas por lo que veo.
- No. Las empresas son organizaciones donde el problema ha sido dividido en tareas simples.
Entonces un problema complejo se resuelve mediante tareas simples.
En esas tareas simples intervienen trabajadores y muchas veces también empleados.
- ¿Y a quien le pagan?
- Al que trabaja. Sea empleado o no.
- Ahora sí que me la hiciste complicada.
Antes me dijiste que al trabajador podía no pagársele pero al empleado sí.
Ahora, que el trabajador puede recibir pago.
- No, dije al que trabaja.
Si quien hace el trabajo es el empleado, recibe un salario.
Si el que hace el trabajo es una máquina, la paga es de su propietario.
- ¡Me compro una máquina!
- Je, si fuera así todos tendríamos máquinas para que trabajen por nosotros.
Pero hablábamos de los ladrillos.
En toda organización los ladrillos forman parte de la estructura.
Los trabajadores no.
Los empleados tampoco.
Aunque todos pueden cambiar, los ladrillos pueden permanecer más tiempo que los demás.
Sin embargo, muchas veces los ladrillos se cambian por otros porque no cumplen su cometido.
En general los ladrillos son personas que están aprendiendo.
Saben más del negocio que los empleados y por eso son los ladrillos, más durables.
- Bueno, puedo empezar con un empleo pero me conviene ser ladrillo.
- Sí. Casi todos los ladrillos comenzaron así.
- ¿Y las piedras?
- Las piedras son ladrillos que han aprendido a ser más estables en su puesto.
Generalmente tienen buen dominio de sus tareas, conocen a fondo la organización.
Llevan años de experiencia como empleados y también como ladrillos.
Pueden encontrarse ejemplos que contradigan esto, pero esas no son piedras naturales.
- Ah, ¿Hay piedras artificiales?
- Digámoslo de esta forma: Hay puestos que son estratégicos en la empresa.
Y esos lugares están reservados para personas de confianza de los directores.
- Siendo persona de confianza del director ¿ya tengo lugar garantizado como piedra?
- ¡¡¡No!!!. Eso ayuda porque es un contacto.
Ya vas viendo lo que te dije antes.
Pero te falta la preparación.
Para eso irás a la universidad.
- Entonces debo obtener mi primer empleo desde abajo como auxiliar de limpieza, debo estudiar y así tener la
preparación que me permita aprovechar las oportunidades.
Hasta aquí es algo que se puede hacer por uno mismo.
Pero... ¿Y los contactos?
- Eso es más sencillo pero no más fácil.
Los contactos se cultivan durante años.
Esos contactos son amigos a los cuales ayudarás durante esos años.
Cuando seas mayor, hablaremos de las 36 estrategias chinas.
Mientras tanto, te diré sólo la estrategia 17:
"Fabricar un ladrillo para obtener jade".
- ¿Fabricar un ladrillo?.
¡Esto no tiene nada que ver con el empleo!.
- No. Pero Sí.
Esa estrategia significa que usarás algo que para tí es barato y lo canjearás por algo más caro.
Básicamente entregarás tu tiempo y dedicación a cambio de dinero.
Pero invertir en los amigos para convertirlos en contactos lleva tiempo, dedicación y a veces también dinero.
- ¡Pero te lo devuelven cuando te dan el cargo de confianza de la dirección!
- ¡¡¡Ja, ja, ja!!!.
- ¡No te rías!
- Es que no es todo tan directo como lo planteas.
Si todo fuera tan lineal como causa-efecto, todos serían directores.
No. Es un plan que se ejecuta durante toda una vida.
- ¿Cómo sería el plan?
- Otro día. Ya ha sido suficiente por hoy.
Tienes mucho en qué pensar.
Y eso es demasiado para alguien que al comienzo del día no sabía nada.

Las pirámides - 09:15 11/03/2007

Charlas con el Abuelo - Resultados

Resultados
----------
- ¿Y? ¿Para cuándo los resultados?
- Para comenzar, ¡Buen Día!.
- ¡Buen Día!
- Ahora sí.
¿Qué resultados?
- De lo que estás haciendo.
Te veo trabajar desde hace tiempo y todavía no veo nada!.
- ¡Epa! ¡Cuánto apuro tenemos!.
- ¡No! No es apuro. Es que me interesan los resultados, nada más.
- Me parece bien que los resultados te interesen.
Eso siempre nos interesa a todos.
Por ese camino vas bien.
- ¿Y entonces? ¡No me contestaste la pregunta!
- Voy a hacerte una pregunta y tendrás tu respuesta.
- ¿Qué pregunta?
- ¿Cuándo te dan el título?
- Ah, ¡pero eso es diferente! ¡Estoy estudiando!
¿Cómo me van a dar el título si todavía no terminé?
- Yo creí que te lo daban en el primer año.
- Nah, vos sabés muy bien que te lo dan cuando terminás todo lo que hay que estudiar primero.
- ¿Entonces no te lo dan en el momento?
- ¿Ahora tengo la culpa de algo?
- No. Sólo pregunto por tu título.
Vos hace un momento me preguntabas por los resultados de mi trabajo.
Bien, yo pregunto por el resultado del tuyo.
- ¡Pero es diferente!
- ¿En qué es diferente?
- En que yo estudio y sé cuándo me dan el título y bajo qué condiciones.
- Yo también sé las condiciones en las que obtendré el resultado.
- Ah, ¿Sí?.
- Sí.
- Y... ¿Cuándo es eso?
- Esto merece una reflexión.
Sentate y vamos a conversar sobre el tema.
- ¡Uf!, ¿Para qué se me ocurrió preguntar?
- Cuestionar tu deseo de saber es apuntar en la dirección equivocada.
Es tu derecho aprender.
También es tu necesidad hacerlo porque en la sociedad moderna ya no alcanza con el deseo de hacer cosas.
Hay que saber qué hacer, cómo y cuándo hacerlo.
- ¿Toda esta historia por una preguntita?
- Toda esta historia apunta a responder la pregunta.
No quiero que tengas una respuesta simple, como te has acostumbrado.
Hace falta que comprendas otras cosas para que esa respuesta surja sola.
- ¿Ahora soy yo quien tiene que aprender?
- Sí. Porque tu pregunta me permite saber que todavía no has desarrollado tus capacidades de observación.
Si eso hubiese ocurrido, ya habrías anticipado el resultado y la pregunta hubiera sido innecesaria.
- Al final, no me contestaste la pregunta y encima ¡tengo la culpa de algo!
- No, nadie te ha acusado.
Mi comentario aclara el por qué de ésta charla.
Si no te enseñase a deducir, estaría enseñándote sólo lo mínimo imprescindible.
Y eso no te serviría para vivir. Sólo te serviría para hoy, aquí y ahora.
Te han acostumbrado a los programas de preguntas y respuestas.
A que todo es dicotómico.
- Dico...¿qué?
- Dicotómico. Que hay sólo dos alternativas.
Blanco o Negro.
Verdadero o Falso.
Y el mundo... no es así.
¿O vas a decirme que algo está caliente ó frío?
¿Es exclusivamente día ó noche?
- ¡¡No!! ¡Para nada!
- Entonces habrás notado que el día va pasando lentamente hacia la noche.
Que algo caliente se enfría de a poco.
- ¿Y el resultado?
- El resultado surge de un proceso que transcurre paso a paso desde el comienzo.
Una cosecha requiere una siembra.
Para sembrar se necesitan semillas y personas con máquinas para sembrarlas.
También se requiere un campo labrado (aunque hay siembra con labranza cero).
Para labrar un campo también se necesitan máquinas y personas.
Y un campo requiere un capital que lo ha adquirido.
Hablar de cosecha implica como mínimo estas cosas.
Como verás, si un señor está con el dinero en la mano haciendo la compra del campo...
¿Cabe la pregunta? ... ¿Para cuándo la cosecha?
- Mirándolo así, no. Seria estúpido.
- Tanto como estúpido no. Simplemente apresurado.
- Bueno, todo genial pero no hablamos de TUS resultados.
- Mira... ya ves los pinceles, las pinturas, las lijas y la ventana.
Tan pronto como termine de lijar podré pasar sellador para tapar los poros de la madera.
Después que se seque...
- Ya entendí. Antes que preguntar por los resultados hay que mirar el proceso.
La pregunta se responde sola, cuando se entendió lo que hay que hacer y cuánto lleva. ¿Verdad?
- ¡Excelente! Ahora, ya que estamos... ¿me das una mano?.
- Lo que voy aprendiendo es a evitar hacerte preguntas.
- ¿Por qué?
- Porque inevitablemente salgo perdiendo.
- Creo que vas ganando algo valioso, pero que aun no has comprendido cuánto vale.
- Ah, ¿Sí?
- Esa ironía no conduce a ninguna parte.
Finalmente he fallado una vez más.
La torpeza es mía.
Perdona mi falta de humildad, por favor.
- ¿En qué fallaste? ¿Por qué debo perdonarte?
- Si mis lecciones anteriores hubieran sido tan didácticas como he creído, ahora estarías a mi lado en búsqueda de
conocimiento y no en tren de broma.
- Sí que he aprendido!
- Bien, ahora que hemos terminado de pintar me gustaría hacer una reflexión.
- ¿Nunca paras de pensar?
- El dia que me detenga será porque he muerto.
Mira, hemos pintado la ventana en conjunto.
¿Has visto el resultado?
- Sí. De a dos fue más rápido y divertido.
- También eso.
Y viste que el resultado ha sido influenciado por la cantidad de gente que trabaja en pos de él.
- Claro.
- No es tan evidente para la mayoría.
Si alcanzar el resultado depende de la cantidad de personas que trabajan, ¿de qué depende la calidad del resultado?
- De los materiales que se usan, ¡de un montón de factores!
- Que el árbol no te tape el bosque.
La calidad de un todo depende de la calidad de las partes.
- ¡Ah, bueno! ¡Te salió el profesor de adentro!
- Je. Es que ahora hemos respondido tu pregunta de esta mañana.
- ¿Qué pregunta? Hice muchas.
- Aquella relativa al resultado.
- Ah, si.
- Supongo que ya habrás obtenido alguna conclusión entre esta mañana y ahora.
- Sí, claro.
- ¿La compartirías conmigo?
- Aprendí varias cosas:
Que si vengo con una pregunta siempre tengo que dar la respuesta y al final me haces creer que si hubiera pensado
más profundamente no habría preguntado nada.
Por otra parte, que cada vez que pregunto algo hacemos un razonamiento y la conclusión se basa en mi estupidez.
Finalmente si vas a enseñarme así prefiero cambiar de profesor.
- Hago que razones porque te has acostumbrado a que las respuestas impacten tus sentidos.
Has dejado de usar tu cerebro porque es mas cómodo recibir las cosas hechas.
No todas las respuestas llegan como uno las espera.
Hay que obtenerlas. Y preguntando se acerca uno a la solución, pero no es la única forma.
Si pensaras más profundamente alcanzarías la sabiduría.
Porque habrás de saber que la sabiduría no nada en la superficie de las cosas.
Se la encuentra buceando muy dentro de los pensamientos.
Si una de las conclusiones de nuestras charlas es tu estupidez, ofrezco mis disculpas porque no era la intención que
pensaras así.
Para alcanzar una respuesta es necesario esforzarse.
Si todo estuviera al alcance de una pregunta, estarías negando la posibilidad del avance.
Puesto que el avance está centrado en la carencia de respuestas.
Justamente quien obtiene respuestas es aquel que logra pensar en la dirección correcta y trabaja para conseguir
resolver su duda.
- ¡Qué discurso, Abuelo!
- No. No es un discurso. Es un conjunto de afirmaciones.
Finalmente tenemos una respuesta a tu pregunta de esta mañana.
Aunque tu respuesta a mi pregunta no me satisfizo, la acepto.
La respuesta es más compleja que tu pregunta:
"El resultado depende de la cantidad y calidad de factores que intervienen en su producción".
- A eso llamo yo una respuesta.
¿Por qué no me la dijiste de entrada?
- (Mirada irónica) Vamos a tomar mate, que ya es hora.

Charlas con el Abuelo - 11:59 17/03/2007