domingo, 13 de abril de 2008

Sobre la Inmortalidad del Cangrejo I

El pueblo de Villarriba estaba emplazado en la terraza de una meseta enorme, que para fortuna de sus habitantes lindaba con el mar, fuente de inagotables recursos alimenticios.
Usaban las tenazas y patas de los cangrejos inmortales como puntas de lanzas o flechas.
Durante años prevalecieron sobre sus vecinos merced al desarrollo de armas arrojadizas, naturalmente vencedoras por causa de la diferencia de altura con las demás poblaciones.
Asaltaban a sus adversarios desde lo alto y a la carrera.
Eran casi imbatibles.
Hasta que se encontraron con el pueblo de Villabajo.
Habían desarrollado el arco y flecha puesto que moraban en el valle, en la franja costera. Ellos también descubrieron las utilidades del cangrejo. Los arcos, construidos con madera fibrosa y tripa de pescado trenzada, les dieron alcance y poder.
Sólo cuando se enfrentaron, la gente de Villarriba descubrió la causa de la fuerza de Villabajo: Ellos usaban al cangrejo además como escudo.
(05-05-2007)

Sobre la Inmortalidad del Cangrejo II

Entre las ruinas petrificadas de un poblado apenas alejado de las montañas tibetanas, los monjes peregrinos encontraron cangrejos encerrados en ámbar entre los muchos restos fosilizados.

Lo más curioso de éste hallazgo, fue que una de las piedras de ámbar cayó de la bolsa que las contenía y al golpear con una piedra, camino abajo, ésta se partió y liberó al cangrejo aprisionado en este estuche natural.
Menuda sorpresa se llevaron los integrantes de la comitiva cuando fueron a recoger la díscola piedra y descubrieron que ¡el cangrejo había desaparecido!. No pudiendo dar crédito al hecho, revolvieron los alrededores hasta el anochecer.
Inclusive escrutaron entre las pertenencias de los excursionistas sin resultados positivos.
Viajaron hasta muy entrada la noche reprochándose el descuido y la ineficacia en la búsqueda del "cangrejo fugitivo" como dieron en llamarle, como eufemismo en franca creencia que alguien lo había esfumado de la vista.

Al despuntar el alba se ve que algún insecto habrá picado a una de las monturas o algún ofidio le habrá asustado porque en su huída pisoteó parte de los avíos del campamento y se dio a la fuga. Lo interesante del caso fue cuando el encargado de la expedición, Claude Singh Dahri, recogió los restos de las piedras de ámbar quebradas por los pisotones de la bestia.

Aunque mucho buscó y rebuscó, ordenó mirar, escudriñar, rastrillar y tamizar, nada pudo hallarse de los cangrejos.
Sólo una cosa sembró su duda entonces y así escribió en sus notas: "A pesar de nuestra intensiva búsqueda de estos ejemplares de tamaño regular, no más que una nuez los pequeños y no más que un palmo los más grandes, en total de
7, no hemos podido recuperar nada más que los cascarones de ámbar. Durante el día he caminado por los alrededores del campamento antes de ordenar la partida. He visto unas huellas de artrópodos, muy características, por cierto. Pero dudo que se trate de insectos de tal tamaño".

Coincidentemente algunos de los miembros de la expedición han sido vistos recientemente en el Himalaya dirigiendo expediciones con la supuesta intención de escalar montañas. De la expedición del Dr. Singh Dahri hacen ya más de 150 años.

Sobre la Inmortalidad del Cangrejo III

"El principio relativista dice que una partícula que alcanzara la velocidad de la luz, en el hipotético caso que lo consiguiera, ésta tendría una ecuación espacio-temporal que en su denominador se volvería cero. Y eso, en el mundo de las matemáticas, da por resultado una indeterminación.
A menos que la partícula en cuestión sea un fotón.
En cuyo caso habría de cuestionarse seriamente las ecuaciones de nuestro genial Albert.
¿Por qué habría que cuestionarse?
Porque la ecuación no contempla que nuestra partícula sea un fotón. Siempre se da por sentado que la partícula es otra cosa. Por eso siempre tenemos problemas para acelerar las otras malditas partículas. Porque tienen masa, son afectadas mayormente por la gravedad y especialmente por los campos gravitatorios en general.
Pues bien, en la sagrada ecuación de la Relatividad, si una partícula se desplaza más velozmente que la luz, pues nuestra ecuación del denominador se convierte en una raíz cuadrada de un número negativo.
Y eso, es bien sabido, se resuelve con números imaginarios.
Pero no, eso no alcanza para frenar la imaginación popular.
Tenían que hacer que una partícula que viajara a mayor velocidad que la luz simplemente diera una vuelta de rosca al universo y se pusiera a viajar en el tiempo.
Ahora comienzo a preguntarme seriamente si gozan los cangrejos del privilegio de desplazarse en el tiempo a su antojo logrando lo que nuestros avanzados científicos aun intentan: retroceder en el tiempo, dando así la sensación de inmutabilidad biológica al transcurso de Kronos, nuestro Dios rector y todopoderoso, aliado de la Parca.
Eso podría darnos una pista sobre la inmortalidad aparente, conseguida merced a una manipulación de los Taquiones, esas diminutas partículas de tiempo..."
Alguien golpeó la puerta y el Dr. Singh Dahri, bisnieto del famoso explorador, guardó su libreta celosamente bajo llave.
La Señorita Blimunda entró a la sala, con esa fina arrogancia que ostentan aquellas mujeres que se saben bonitas.
-¿En qué trabajas hasta tan tarde?
-Estaba preguntándome sobre la relación entre los viajes en el tiempo y la Kimera, hija de Kronos. Eso explicaría el por qué Belerofonte no pudo alcanzarla.
-¿En serio me decís?
La tomó del brazo y, cerrando la puerta, la alejó de sus elucubraciones. No sea cosa que descubra por qué el cangrejo es inmortal.

martes, 1 de abril de 2008

Cronicas de Tierra Adentro V - Lógica



Hace unos años (Verano del año 2000) mi abuela cumplió 80.
Es sanjuanina pero de joven se mudó a Catamarca.
Allí se casó con un joven prometedor (le prometió de todo) y tuvo seis hijos en cinco partos. En el primero de ellos llegó mi madre acompañada de su hermana gemela.
El segundo parto fue también otra chancleta y llegó Norma, mi tía y madrina.
Como ella no podía ser menos, se sumó a la explosión demográfica aunque en forma tardía y aportó otra chancleta a la lista interminable de primas que tengo.

Esta prima, Yamile, estudia genética (o eso dice estudiar) y parece ser que desde hace unos años se ha interesado fuertemente en los contenidos de 3er año pues no se quiere ir de ese curso.

Algunos de los 17 nietos de mi abuela fuimos a visitarla.
Pasamos unos días hermosos reviviendo viejos tiempos y travesuras.
Al regresar mi madrina me pidió que llevara a Yamile a Córdoba, que quedaba de paso.
Así que salimos tempranito y a eso del medio día pasamos por Córdoba, la capital del cuartetazo.

Dejamos a mi prima donde ella estaba alojándose y en ese momento yo viajaba acompañado de la mamá de la primera de mis hijas, cursando el 5to mes de embarazo.

Almorzamos en un barcito que había sobre una avenida (no me preguntes cuál) y apenas comenzada la tarde decidimos salir a la ruta para volvernos a Buenos Aires.

En ese momento me detuve junto al cordón de la vereda y le dije a ella mirándola a los ojos: "No importa lo que escuches. No hagas comentarios".
Ella asintió con la cabeza sin entender qué pasaba.

En un semáforo me detuve junto a un automovilista que parecía absorto escuchando a "La Mona" Giménez.

- Disculpe!
- Ah?
- Disculpe!!
- Digamé! (bajando el volumen de la música)
- ¿Podría decirme cómo tomar la ruta para Catamarca?
- Sigamé que lo guío!

Y lo seguí.
Finalmente el hombre llegó hasta un enorme conjunto de rutas que se entrecruzaban a distintos niveles.
Ahí, puso el guiño como para girar a la derecha y me hizo señas de buen viaje.

Subimos a la autopista y salimos directamente hacia.... Buenos Aires.
Escrito en 2006.