lunes, 5 de mayo de 2008

Fábula sin moraleja - Yaguá Pirú, el Perro Flaco.

Había una vez un perro joven al que se le subieron unas garrapatas mientras estaba dormido.
Pasó algún tiempo de sufrir malestares y perder peso sin conseguir explicarse qué dieta seguir para no debilitarse más.
Un día, cuando despertó, tuvo la idea de mirarse reflejado en un charco y notó lo muy desmejorado que estaba respecto de la lozana juventud que disfrutaban otros perros aparentemente más afortunados.
En esa imagen vio entremezcladas entre su rala pelambre a unos obesos seres que caminaban tranquilamente por su cabeza, dirigiéndose al cuello.
-Hey! les ladró. Salgan de ahí inmediatamente!
-Estamos muy cómodas aquí. Tenemos todo lo que necesitamos: casa y comida
-Y qué hacen en todo el día?
-Mmm... tomamos sol, paseamos mucho porque es bueno para la salud... en fin, hacemos cosas que son saludables.
-Ah, sí? Yo consigo mi comida caminando todo el día, revolviendo aquí y allá.
Y ustedes me dicen que viven cómodamente sobre mis hombros mientras no las veo hacer nada para conseguir comida. De qué viven?
-Bueno, bueno, no es para tomárselo así! Hemos hecho un gran esfuerzo para conseguir la fuente de alimento para nosotros y nuestra familia.
-Cuál es esa fuente de alimento? Quizá podríamos compartirla y entonces no me molestaría cargarlas sobre mis espaldas.
-Quisiéramos compartirla contigo pero no alcanzaría para todos.
-Pero veo que se encuentran más saludables que yo! No harían eso por mí, que cargo con ustedes y sus familias a todas partes?
-Lamentablemente no podemos cambiar nuestra forma de vida.
-Qué clase de seres son que, siendo capaces de vivir conmigo, no sienten compasión por mi hambre y mi estado de debilidad?
-Tú deberías tener compasión de nosotros, que necesitamos vivir sobre tus espaldas ya que no tenemos tu capacidad de buscar comida incansablemente, que te levantas temprano todos los días para dedicarte a esa tarea, que lo haces con cualquier tiempo y estación del año. Si no viviéramos contigo moriríamos de hambre!
-Ajá! Entonces viven de mí!
-No lo diría así! Nosotros le llamamos punción intrayugular, que es el término que mejor describe nuestro modus vivendi.
-No entiendo nada. Dijo el perro esta vez indignado por la sospecha que comenzaba a tomar forma en su ignorante cerebro.
-Ejem -dijo la garrapata, como aclarándose la garganta- Lo que hacemos es cambiar la dirección del flujo del líquido sanguíneo hacia nuestro aparato digestivo. Está más claro?.
-No, dijo el perro confundido por las palabras que aun resonaban en sus oidos.
-Lo he puesto en los términos más simples que puedo! Dijo la garrapata como queriendo poner fin a la discusión.
-No me queda claro, así que bájense de mis espaldas!.
-Quisiera complacerte, pero no creo que mis compañeros y yo querramos bajarnos.
-No las he invitado a quedarse.
-Y si no salimos, qué nos harás?
-Les ladraré con toda mi fuerza, me rascaré y me rascaré hasta que hayan salido todas.
-Uy! No te pongas tan bravo! Me concedes un momento para conversar con mis compañeros?
-Claro! - Dijo el perro pensando que esta vez les había infundido temor.

Las garrapatas deliberaron un tiempo y luego de algunas acaloradas discusiones, regresó el negociador:
-Hola, perro. Estamos dispuestos a ofrecerte un trato.
-Ajá, escucho.
-Como tenemos derechos adquiridos por nuestra larga permanencia en este lugar, no podemos retirarnos pero podemos ofrecerte una reducción de población así tu carga será menor y los que permanezcamos tendremos un aumento en superficie y alimentos disponibles. Todos ganamos. Qué te parece?
-Mmmm. Cómo harán la reducción de población?
-Veo que nuestro plan te agrada. Iremos dejando de reproducirnos gradualmente hasta quedar sólo un reemplazante por cada uno de los originales. O sea que la baja definitiva se producirá a medida que vayamos muriendo. Te parece bien?
-Suena lógico y comprensible. Soy sensible y creo que nadie debe morir de hambre.
Los dejaré vivir con esa condición, pero si me engañan usaré todas las herramientas que pueda conseguir para quitármelas de encima y matarlas a todas.
-No, por favor! Somos garrapatas de palabra! Un trato es un trato y lo respetaremos.

Y así quedó el trato establecido con el cándido perro.

Hubo una asamblea de las garrapatas y surgió la pregunta casi obligada:
-Qué haremos cuando el perro se dé cuenta que lo has engañado?
-No se dará cuenta.
-Pero él sentirá que nuestra población crece en vez de reducirse. Le mentiste muy fuerte!
-No nos interesa. El perro se quejará y le diremos que estamos cumpliendo nuestro acuerdo: Un reemplazo por cada uno que esté vivo. O sea que nos reduciremos cuando hayamos muerto previo dejar un sucesor que dejará a su otro sucesor...
Lo que no acordamos fue en qué tiempo deberíamos reproducirnos.
-Y cuando quiera usar las herramientas?
-Tú crees que un perro desnutrido, ignorante y bruto es capaz de descubrir las herramientas apropiadas para sacarnos de aquí?
-Entonces este perro morirá sin remedio si no nos reducimos?
-Si, pero para ese entonces habremos localizado a otro perro saludable y nos mudaremos a él.

Cualquier parecido con los políticos no es pura casualidad.

No hay comentarios: