A los veintisiete años de la liberación del DOS aconteció que un pueblo se volvió errante. Y este pueblo era el que habitaba los montes de loscuentos.net. Y estos montes eran parte de una gran montaña llena de cavernas donde los habitantes guardaban historias. Había historias de todo tipo. Y gentes de todo tipo había.
Y llegó un día en que el faraón Gik maltrató a los esclavos de las letras.
Y los esclavos se rebelaron y salieron al desierto de Internet. Y los primeros llegaron a una playa que llamaron villaletra.
Y los que llegaron primero limpiaron el sitio y crearon lugar para recibir a sus hermanos errantes.
Los llamaron por sus nombres y los nombrados llegaron y se aposentaron. Y viendo que éste era un lugar pacífico llamaron a los demás y el pueblo errante llegó a la tierra donde manan letras y nicks.
Y el Señor de esas tierras viendo que se había formado una comunidad nombró cuidadores para velar que nadie pisara los jardines de los demás.
Los había grandes y floridos. Y había jardines pequeños, casi incultos.
Y había jardines que florecían naturalmente. Y jardines nuevos en los que los jóvenes ponían sus mejores semillas. Y veteranos que cuidaban de los jardines como se cuida a una orquídea de los insectos.
Y el faraón Gik mandó sus hordas a pisotear las flores y jardines.
Y las hordas parecían de gentes. Y los rostros de las hordas eran cuatro y todos ellos eran como rostro de bestia. Y eran cuatro los rostros de los que formaban las hordas. Y los rostros eran de cerdo, pavo real, pato silvestre y caimán.
Y las gentes de las hordas eran bestias de cuatro rostros. Según su rostro se comportaban. El rostro de cerdo hacía que comieran y se revolcaran entre los desechos llenos de gozo. El rostro de pavo real hacía que mostraran un tamaño mayor al verdadero y que escondieran sus plumas al escuchar ruido. El rostro de pato silvestre hacía graznar sus cantos y dejaban rastro a su paso. Y el rastro era hediondo. El rastro hediondo era desecho que usaban los que tenian rostro de cerdo para regodearse. El rostro de caimán traía suerte a los de la horda porque el espíritu del caimán es esconderse bajo el agua y esperar a su presa que se acerque a la orilla.
Y el Señor de la Villa levantó murallas de fuego para proteger a su antiguo pueblo errante.
Y las hordas se quemaban en el fuego. Y los que no se quemaron pasaron y destrozaron lo que hallaron a su paso. Y el faraón Gik se regocijó.
Las hordas se revolcaron en todo charco de letras que encontraron a su paso.
Al oirles pasar se les escuchaba gruñir: "Mi preciosssssoooo".
Y un día los villanos dijeron basta.
¿Continuará?
Texto publicado: 30.10.2007
Villa Letra - 2006
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